El Crepúsculo del deber. Guilles Lipovetsky.

En esto reside la excepcional novedad de nuestra cultura ética: por primera vez, ésta es una sociedad que desvaloriza el ideal de abnegación y estimula sistemáticamente los deseos inmediatos, la pasión del ego, la felicidad intimista y materialista. Hemos dejado de reconocer la obligación de unirnos a algo que no seamos nosotros mismos. Se ha edificado una nueva civilización, que ya no se dedica a vencer el deseo sino a exacerbarlo y desculpabilizarlo: los goces del presente, el templo del yo, del cuerpo y de la comodidad se han convertido en la nueva Jerusalén de los tiempos posmoralistas.

El beso de Hayez

El beso de Hayez

El Beso fue pintado en 1859 por el pintor italiano Francesco Hayez (1791-1981). En la obra se ilustra un beso entre una pareja de la época medieval, el ósculo siendo claramente el foco de la obra.

Lo que auguramos en la obra de Hayez, a diferencia de la obra de Klimt del mismo nombre, es un beso robado. Donde la pareja de Klimt celebra su intimidad en privado, la versión de Francesco Hayez ocurre en el rincón de un castillo, a mitad de camino entre pasión y peligro. La forma que vemos a la izquierda del lienzo nos da la impresión de una conspiración o de un riesgo inminente…

Francesco Hayez nos presenta el beso de la pareja justo antes de que estos se abandonen completamente a la pasión del momento. La mujer mantiene sus ojos entreabiertos, su mano es tensa en el hombro de su amante. Él, sintiendo esa tensión, se apoya en el escalón, a la vez soportando el peso de su querida, a la vez listo para huir… Los músculos de la mujer son tendidos, la vemos vacilando entre el placer y el miedo. ¿Será que la mujer está comprometida con otro? Será que su amante le es prohibido?

No lo sabremos nunca, la intención de Francesco Hayez es otra. El artista nos pinta la pareja, a la vez enseñándonos la intimidad de su beso, a la vez utilizando el beso para esconder sus rostros…

El Beso de Francesco Hayez es un beso climático, corto, riesgoso. El genio del pintor italiano está en lograr transmitirnos ese sentimiento de urgencia, peligro, clímax en una pintura, casi a la manera de una fotografía. El espectador reconoce un beso robado, por haberlo vivido o por haberlo soñado. Sin duda, El Beso es uno de los más intensos de la historia del arte occidental.